SHABAT JOL HAMOED SUKOT

11 de octubre de 2014 – 17 de Tishrei de 5775
La alegría que otorga confiar en D”s


En la Torá se insiste en que Sukot es una festividad de mucha alegría, y de hecho se nos ordena específicamente estar alegres. En ninguna otra fiesta la Torá se ocupa con tanta claridad de destacar su carácter alegre. La tradición rabínica siguió este camino al denominarla  hejag, es decir “la fiesta”. Además, también hizo del versículo “te alegrarás en tu fiesta” uno de los lemas principales de Sukot.
Es interesante preguntarnos porqué se destaca la alegría en Sukot por sobre las demás fiestas. La explicación tradicional dice que de las tres celebraciones de peregrinaje, Pesaj, Shavuot y Sukot, en las dos primeras los agricultores no podían quedarse mucho tiempo en Jerusalén festejando, ya que debía volver a la cosecha, en cambio Sukot marca el final de la recolección y el comienzo de las lluvias, lo que daba la posibilidad de quedarse muchos días disfrutando en Ierushalaim. Tener tiempo libre para disfrutar de la labor cumplida, sin duda es motivo de alegría.
También se suele explicar que durante los días de Sukot se efectúan las bendiciones de las cuatro especies y las procesiones con las mismas en la sinagoga, lo que genera un ambiente de alegría entre los feligreses. Además se menciona que durante la época del Templo de Jerusalén se hacía una celebración muy alegre relacionada con el agradecimiento por el agua, llamada “Simjat Beit Hashoevá”. Era una ocasión de inmensa alegría, y hasta el día de hoy así se sigue festejando en algunos círculos judíos.
Muchos agregan que Sukot está ligada a Simjat Torá, que es cuando bailamos con los Sifrei Torá, festejando que hemos concluido el ciclo anual de lectura y estudio de la Torá, y que inmediatamente comenzamos otro.
Todas estas son razones válidas para explicar la particular alegría de Sukot. Yo quisiera agregar un motivo adicional, que está ligado al símbolo de la Suká. Como ustedes saben, durante los días de Sukot comemos y nos regocijamos en la Suká, en recuerdo de las cabañas en las cuales vivían los hijos de Israel en el desierto. Esas cabañas eran y son símbolo de fe, ya que su fragilidad no brinda ninguna seguridad a quien las habita, por lo que la persona que vive en ellas se encomienda a D”s para pedir por su ayuda.
En Sukot aparece también, entonces,  un elemento de fe, de creencia. Yo entiendo que aquí surge la alegría más profunda en el hombre, que es la que da la fe en un Creador, la confianza en D”s. El hombre/mujer que siente que no está solo en el universo, que hay una razón para las cosas, que la existencia tiene un sentido, es en esencia un/a hombre/mujer feliz. Lo opuesto es el/la hombre/mujer que vive en el vacío existencial, que no puede encontrar un sentido a su vida.
En este aspecto, creo, es que también se le puede hallar un motivo a la alegría de Sukot. En esta fiesta en la cual durante una semana hacemos de una endeble cabaña nuestra casa, tenemos una oportunidad única para meditar sobre la fragilidad de la vida y comprender nuestra pequeñez y finitud humana. Es un momento especialmente adecuado para renovar nuestra fe, nuestra confianza en D”s. Y es precisamente cuando nos damos cuenta de que desde lo finito y frágil puede surgir la fe y la confianza, cuando recuperamos esa alegría tan particular del hombre/mujer creyente. Esa alegría que tiene que ver con la sonrisa más que con la carcajada, con la tranquilidad más que con la exaltación.


¡Shabat Shalom, Jag Saméaj!
Rabino Rami Pavolotzky
Congregación B´nei Israel
San José, Costa Rica

 

PARASHAT "VEZOT HABERAJÁ"


PARASHAT VEZOT HABERAJÁ

Deuteronomio 33-34

Un rey para Ieshurún

La parashá Vezot Haberajá es la última de la Torá, y tiene la particularidad de que no es leída en Shabat, sino en Simjat Torá, cuando festejamos la finalización y el nuevo comienzo de la lectura ritual de la Torá. Dado que es costumbre arraigada que todas las personas presentes en la sinagoga tengan una aliá en esta festividad, suele leerse esta parashá varias veces, hasta que todos puedan subir al Sefer. Este hecho hace que Vezot Haberajá sea una parashá muy conocida y que muchas personas la sepan de memoria (¡al menos quienes suelen leer de la Torá en Simjat Torá!).

La parte central de la parashá es la bendición que dedica Moshé, antes de morir, a las tribus de Israel. El relato cierra con la muerte de Moshé antes de la conquista de la tierra de Israel. El estilo de la parashá es poético, y está escrita en un lenguaje arcaico y muy metafórico. Todo esto provoca que el texto sea de difícil comprensión y que las interpretaciones difieran más que lo usual.

Es mi intención aquí analizar un versículo, el 33:5, que dice “Y fue rey en Ieshurún,
cuando se congregaron los jefes del pueblo, con las tribus de Israel”. Para entender este versículo, debemos interpretar: quién es el rey y quién es Ieshurún. Por supuesto, debemos analizarlo en su contexto y brindar una explicación armónica con el resto del texto. Si además al final podemos extraer una lección, pues mucho mejor.

Comencemos por Ieshurún: si hacen una búsqueda en Google de la palabra (mejor poner Yeshurún), podrán notar cuántas congregaciones judías la incluyen en su nombre. Encontrarán las sinagogas “B´nei Yeshurun”, “Adat Yeshurun”, “Templo Yeshurún”, “Beth Yeshurun”, etc. De aquí podemos deducir que Ieshurún es un nombre muy tradicional.

Sin embargo, en la Biblia Hebrea, el Tanaj, solo aparece cuatro veces: en Devarim 32:15, 33:5 y 33:26, y además en Isaías 44:2, todas en marcos poéticos. Del versículo en Isaías, parecería entenderse que el nombre Ieshurún se refiere al pueblo de Israel, ya que dice “No temas, siervo mío Yaacov, y tú, Ieshurún, a quien yo escogí”. De hecho, así ha sido entendido tradicionalmente, como un sinónimo del pueblo de Israel.

La raíz de Ieshurún parece ser “iashar””, que significa recto, correcto, honesto. Si así fuera, entonces agregaría un elemento más a la historia del patriarca Yaacov, cuyo nombre original significa torcido o retorcido. Después de vivir una vida de engaños, el patriarca endereza su vida y es llamado “Israel”, literalmente el que peleó y venció a Dios (recordar el episodio del sueño de la lucha con el ángel en Bereshit 32). Más tarde, el pueblo lo reconoce, o se reconoce a sí mismo, como Ieshurún, aquel que es recto y hace lo correcto. Un ejemplo de tenacidad y superación.

Otros (ver por ejemplo Menajem Beker en su “Parperaot Latorá”) explican que “iashar” se aplica al pueblo de Israel, pues la Torá es llamada “iashar” en Josué 10:13 (“¿Acaso no está escrito esto en el libro de Iashar?”). Además, los preceptos son llamados “iashar”, como está escrito “Las órdenes de Dios son justas (iesharim)” (Salmos 19:9).  Por lo tanto, a quienes recibieron la Torá y observan sus preceptos les cabe el nombre de “Ieshurún”.

Ahora nos falta determinar quién es el rey al que se refiere el versículo. Si bien hubo intentos de identificar a este rey con Josué o con la misma Torá (ver el comentario al respecto de Nejama Leibovitz en “Iunim Besefer Devarim”), parece ser que los únicos dos serios candidatos paracoronarse en nuestro versículo son Moshé y el mismo Dios.

Cuando leemos el versículo anterior junto al nuestro, aparentemente tiene sentido pensar que Moshé podría ser la figura a la que se alude como rey: “Una ley nos ordenó Moshé, como heredad a la congregación de Yaacov. Y fue rey en Ieshurún,
cuando se congregaron los jefes del pueblo, con las tribus de Israel” (Devarim 33:4-5). Sin embargo, hay una incongruencia sintáctica, ya que en el versículo 4 parece ser el pueblo el que habla en primera persona, por lo que no es lógico pensar que también en el versículo 5 hable el pueblo, pero súbitamente cambie a tercera persona. Por lo tanto, hay que aceptar que el interlocutor del versículo 5 es Moshé, y no es aceptable que él hable de sí mismo en tercera persona. Lo más razonable entonces es pensar que el rey al que se refiere el versículo 5 es Dios.

Siguiendo el contexto de los versículos anteriores, nuestro versículo nos está diciendo que, al aceptar el pueblo de Israel en Sinai el yugo divino a través de la Torá, Dios comenzó a reinar sobre el pueblo de Israel.

Para concluir, un mensaje: sobre el final de nuestro versículo (“cuando se congregaron los jefes del pueblo, con las tribus de Israel”), explica Rashi que de aquí aprendemos que Dios reinará sobre el pueblo de Israel en su beneficio, solamente cuando los diversos grupos que lo componen se reúnan como uno solo y convivan en paz. Quiera Dios que nuestros líderes, los “jefes del pueblo”, puedan hacer a un lado las diferencias y que prime el sentido de unidad y hermandad en el pueblo judío.

¡Shabat shalom!

Rabino Rami Pavolotzky

Congregación B´nei Israel

San José, Costa Rica

 


Viaja a Israel desde Madrid por El-AL